jueves, 6 de septiembre de 2007

25 grados en el paradero

Salí del metro para hacer combinación con la troncal 509. Mientras esperaba en el paradero, escucho a 2 señoras que estaban reclamando contra el servicio del Transantiago, decían que llevaban mas de 35 minutos esperando la locomoción, me doy vuelta a ver sus caras y me percato que hay una mujer de aproximadamente 20 años tirada en el suelo con graves contusiones en su cara, las señoras, que esperaban la micro, le ponían paños húmedos en su frente y la tranquilizaban de su llanto de angustia. Yo intrigado con lo que pasaba en el paradero le pregunte a las viejas que había pasado, ellas me respondieron que la niña que estaba en el suelo se había desmayado hace 10 mintuos . . .pasan 5 minutos aproximadamente después de haber salido del metro, y pude escuchar a las mismas señoras diciendo que su papá venia a buscarla, ella intentaba ponerse de pie, mientras la gente le decía que no se parara, en ese momento, veo que viene la 509 y la herida de este accidente nos dice que su papá trabaja en el centro de Santiago y que no nos preocupáramos, el en algunos minutos mas la pasaba a buscar. Me subo a la micro la miro por la ventana veo que esta de pie, pero sigue llorando.


Yo aun sigo preocupado por ella ….
¿Su llanto era de impotencia o de dolor?
¿40 minutos y más por esperar una micro a Maipú.?

Saquen sus propias conclusiones.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Una vida olvidada por la historia

El cuerpo del obrero, es energía, sudor y sangre. La historia ha olvidado a los trabajadores del final del siglo XIX y comienzos del XX, obreros que dieron su vida por un país mejor y más justo, es por eso que mis siguientes palabras quieren recordar a todas aquellas personas de la pampa nortina y habitantes de los conventillos de nuestro país.

La gente del salitre eran personas de esfuerzo y sacrificio, sus jornadas de trabajo comenzaban antes del amanecer y terminaban cuando el sol ya estaba escondido en el horizonte del desierto. Todos ellos eran explotados con salarios denigrantes, los cuales eran entregados en fichas, para luego ser cambiadas en los almacenes de la misma empresa a la que pertenecían. Los trabajadores concientes de la precaria condición de vida que llevaban, decidieron dar a conocer al mundo entero que en el rincón mas árido de este planeta se estaba abusando de la dignidad del trabajador, fue por eso que un diez de Diciembre de mil novecientos siete, miles de salitreros decidieron marchar desde la pampa hasta el puerto de Iquique para alzarse como voz única y decir: ¡basta de explotación y de injusticia!

Cuando los salitreros llegaron al puerto, la intendencia de la Región de Tarapacá decidió reunirlos en la “Escuela Santa María de Iquique” mientras evaluaban el petitorio y la respuesta que les darían a los huelguistas. Por otra parte, los dueños de las salitreras negaron rotundamente las peticiones de los obreros y presionaron al estado de Chile para liquidar la huelga. La intendencia dio la orden de disolver la manifestación y que todos los obreros volvieran a sus puestos de trabajo, si los salitreros se negaban, el ejército de Chile tenía orden de ejecutar a los manifestantes. Fue entonces, cuando un veintiuno de Diciembre, el general Silva Renard dio un ultimátum a los huelguistas que se agolpaban en la escuela Santa María, exigiendo que regresaran a la pampa a sus faenas de trabajo, la respuesta de los pampinos fue un “NO” rotundo que al paso de los segundos fue callada por balas y sangre. Fueron más de tres mil personas asesinadas solamente por pedir justicia, entre cuyas víctimas se encontraban hombres mujeres y niños. Muchos obreros volvieron con las manos vacías a la pampa y otros decidieron no regresar a las salitreras después de tan espeluznante matanza.

La vida del obrero nortino fue ardua y dura en los años posteriores al desastre de la escuela Santa María. En Europa se desataba la Primera Guerra Mundial y los alemanes empezaron a producir salitre sintético. De esta forma dejaban de comprar el salitre a las empresas que se agrupaban en Chile, desencadenando una crisis a nivel nacional, las empresas salitreras decidieron cerrar sus puertas y los obreros quedaron cesantes. Los procesos migratorios se dejaron ver rápidamente, las familias que vivían del salitre natural migraron a ciudades cómo Iquique, Antofagasta y Santiago donde fueron agrupados en conventillos, lugares inhóspitos donde habitaban decenas de familias sin agua ni electricidad, con un solo baño en común. Los niveles de mortalidad en estos conventillos se podían apreciar a causa de la insalubridad y epidemias. Los obreros que habitaban en estas residencias seguían en la miseria, con sueldos denigrantes que no alcanzaban a completar los gastos familiares, algunos de estos proletarios buscaban olvidar su miseria cobijándose en bebidas alcohólicas, mientras tanto los niveles de prostitución aumentaban en las mujeres de la familia.

Los pobladores, concientes de la problemática social que se vivía en los comienzos del siglo veinte, se organizaron y empezaron a exigir mejoras en el ámbito de la salud, trabajo y vivienda. A causa de esto, aumentan las mancomunales obreras y luego los sindicatos, por otra parte los ilustrados decidieron plasmar el problema social en sus escrituras, se funda el Partido Comunista de Chile y los obreros organizadamente luchan por sus reivindicaciones económicas y sociales. Así aparecen instituciones políticas tales como la FOCH, (Federación Obrera de Chile), las mutuales obreras de seguridad, encargadas de la seguridad del proletariado y políticas estatales en el ámbito de la salud, vivienda y educación.

Cómo ultimas palabras, quiero expresar que ninguna bala o forma de represión va poder callar la voz de los obreros, la historia quiere olvidar los hechos de la escuela Santa María de Iquique y de las precarias condiciones que vivían los pobladores en los conventillos. Pero tengo el deber moral y familiar de volver a testimoniar estos hechos, ya que por mi sangre hay descendencia de sobrevivientes de la matanza en la escuela Santa María y de obreros que vivieron en estos conventillos. Si no fuera por ellos seguramente este testimonio y muchos otros no serían escritos.